domingo, 15 de marzo de 2009

Welcome to prozac nation

Alguna vez Despues de una tragedia amorosa en mi vida debi concurrir a un medico, en aquella epoca que iba a medicos de los que fueran y en todo caso cuando me sentia muy mal por algo(siempre he desconfiado de estos señores que juran el hipocrates y son de lo mas hipocritas..otros mercaderes mas en esta gran feria de la estupidez llamada capital).Pese a que me sentia feliz no lograba explicar tambien esa tristeza que de pronto broto tras un tragico desenlace con alguien que queria mucho.Era esa epoca en que uno solo quiere dormir para pasar los males....dormir y no despertar mas.La desesperacion era muy grande ,me estallo una depresion que cada cierto tiempo entra y a veces por cualquier idiotez,porque viendolo bien aquello fue una gran idiotez aunque yo sentia que era una verdadera tragedia griega.Despues de algunas preguntas,de algunas respuestas el medico me regalo una pequeña muestra y me extendio una receta de una pastillita media celeste,pequeña llamada Fluxetina.(debo aclarar que no me hizo sentir mejor ya que anduve como idiota varios dias y al final ni siquiera la tome mas y la pena se me volvio a quitar como me habia venido)

en internet descubri y esto no era mas que el nombre de la sustancia que se conoce como Prozac. Recorde entonces una novela lei en el año 96 0 97 (creo que ademas se hizo una pelicula que no conozco) NACIÓN PROZAC de Elizabeth Wurtzel. Lo pedi en el bibliometro de la estacion Cal y canto.
"Empiezo a tener la sensación de que algo no funciona.Como si la suma de todas las drogas -el Litio, el Prozac, el Deysrel e incluso la desipramina que tomo de noche para dormir- ya no pudiera combatir eso que no marcha bien en mí desde el principio. Me siento como un modelo defectuoso, como si ya hubiese salido de la cadena de montaje bien jodida, hecha un ocho, como si mis padres debieran haberme llegado a arreglar antes que caducase la garantía (...)
Empiezo a pensar que, en realidad la depresión no tiene cura, que la felicidad es una batalla constante que tendré que librar mientras siga con vida.
Me pregunto si vale la pena..."


La novela de
Wurtzel que fuera escrita en 1994, esta planteada como autobiografía, e incluso la autora incluyo su foto en la portada de su libro, que es un descenso a los infiernos de la depresion que la narradora explora en sus mas minimos detalles, sus terapia, sus cambios de medicación, sus relaciones sociales, hasta el consumo creciente y variado de las más sofisticadas drogas en búsqueda del equilibrio que le permitiera hacer una vida normal.


EL divorcio de sus padres, el momento que le toca vivir, sus constantes cuestionamientos, todas las cosas que le pertuban, son enumeradas, diseccionadas, la narradora nos invita a buscar las causas de la depresion en una decada en que se reconocio a esta como una enfermedad que para algunos era incluso simbolo de estatus.La crudeza con que la autora va relatando los hechos la puedo comparar casi con un Bukowsky en el sentido femenino.Esta tan bien narrado que es facil y al menos a mi no me costo ponerme en el pellejo de la chica y de pronto sentir hasta como mujer ,la pena y el maltrato silencioso ,extra que reciben ademas ellas.

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Extractos:
"...Empiezo a tener la sensación de que algo no funciona. Como si la suma de todas las drogas -el litio, el Prozac, el Desyrel e incluso la desipramina que tomo de noche, para dormir- ya no pudiera combatir eso que no marcha bien en mí desde el principio. Me siento como un modelo defectuoso, como si ya hubiese salido de la cadena de montaje bien jodida, hecha un ocho, como si mis padres debieran haberme llevado a arreglar antes de que caducase la garantía. Pero de eso ya hace mucho tiempo..."


(...)


"No es de extrañar que toda una generación de hijos de divorciados haya crecido en un mundo de adolescencias dilatadas, en el que se han acostado unos contra otros y han seguido siendo amigos, aparte de arrinconar los conflictos de las relaciones rotas para llevar a duras penas una vida más o menos coherente. El divorcio nos ha enseñado a acostarnos con amigos, acostarnos con enemigos y comportarnos después, a la mañana siguiente, como si todo fuese perfectamente normal..."


(Marcelo Valdés)