
en internet descubri y esto no era mas que el nombre de la sustancia que se conoce como Prozac. Recorde entonces una novela lei en el año 96 0 97 (creo que ademas se hizo una pelicula que no conozco) NACIÓN PROZAC de Elizabeth Wurtzel. Lo pedi en el bibliometro de la estacion Cal y canto.
"Empiezo a tener la sensación de que algo no funciona.Como si la suma de todas las drogas -el Litio, el Prozac, el Deysrel e incluso la desipramina que tomo de noche para dormir- ya no pudiera combatir eso que no marcha bien en mí desde el principio. Me siento como un modelo defectuoso, como si ya hubiese salido de la cadena de montaje bien jodida, hecha un ocho, como si mis padres debieran haberme llegado a arreglar antes que caducase la garantía (...)
Empiezo a pensar que, en realidad la depresión no tiene cura, que la felicidad es una batalla constante que tendré que librar mientras siga con vida.
Me pregunto si vale la pena..."
La novela de Wurtzel que fuera escrita en 1994, esta planteada como autobiografía, e incluso la autora incluyo su foto en la portada de su libro, que es un descenso a los infiernos de la depresion que la narradora explora en sus mas minimos detalles, sus terapia, sus cambios de medicación, sus relaciones sociales, hasta el consumo creciente y variado de las más sofisticadas drogas en búsqueda del equilibrio que le permitiera hacer una vida normal.

**********************************************************************
Extractos:
"...Empiezo a tener la sensación de que algo no funciona. Como si la suma de todas las drogas -el litio, el Prozac, el Desyrel e incluso la desipramina que tomo de noche, para dormir- ya no pudiera combatir eso que no marcha bien en mí desde el principio. Me siento como un modelo defectuoso, como si ya hubiese salido de la cadena de montaje bien jodida, hecha un ocho, como si mis padres debieran haberme llevado a arreglar antes de que caducase la garantía. Pero de eso ya hace mucho tiempo..."
(...)
"No es de extrañar que toda una generación de hijos de divorciados haya crecido en un mundo de adolescencias dilatadas, en el que se han acostado unos contra otros y han seguido siendo amigos, aparte de arrinconar los conflictos de las relaciones rotas para llevar a duras penas una vida más o menos coherente. El divorcio nos ha enseñado a acostarnos con amigos, acostarnos con enemigos y comportarnos después, a la mañana siguiente, como si todo fuese perfectamente normal..."
(Marcelo Valdés)